viernes, 29 de noviembre de 2013

El spleen de los muertos


"El Spleen de los muertos" Ricardo Romero
"Habrá una vez,en una Buenos Aires que es ésta pero peor,tras un ya lejano Bicentenario apocalíptico en que los incendios y las bombas y las lluvias impiadosas transfigurarn el paisaje,los barrios y las cabezas de la gente;habrá una vez,digo tres amigos.Como en el tango,pero peor también,porque esta vez-la tercera y la vencida después de El síndorme de Rasputín y Los bailarines del mundo-las letras de la nocturnal música de fondo que acompaña a los muchachos Abelev,Muiskin y Maglier las dicta Baudelaire,el caballero del verde tedio,señor del spleen.
Tras el descenso ad inferos que significó la excursión al CentrodelaTierra,el desmembrado trío protagónico vuleve por os vías diferentes a la superficie.Numerosos periplos los llevarán por todas las estaciones del misterio en una Buenos Aires fantasmal,hasta reencontrarse.Pero nada es tan fácil ,nunca lo es.Para poder sentarse todos todos a la mesa de la máma de Abelev,habrá primero que matar y probablemente morirse,remar sangre arriba contra las fuerzas del mal,no tan ajenas en su equívoca perversidad.
Pero contar una novela inextinguible como ésta exigiría romper la magia siempre renovada por el qué pasa y como sigue.Y Ricardo Romero pertenece a la raza de los narradores genuinos,los que no se merecen esa traición ni la perdonan.Baste decir,entonces,que el Spleen de los muertos cuenta una batalla por o contra la melancolía.Pero que la guerra,una vez más,no ha terminado."
Juan Sasturain

jueves, 21 de noviembre de 2013

Charla presentación de El Spleen de los muertos

La Plata
                                                                                   Fotografía:Francisco Vera

Se completa la trilogía de Romero. Se trataron diversos temas y géneros literatura, cine y música . Tinta Roja Policiales organizó el evento.

Por Guillermo Anderson @AndersonGperio

Se presentó la novela “El Spleen de los muertos” de Ricardo Romero escritor y editor de la Colección Negro Absoluto, en un evento organizado por Tinta Roja Policiales  en el salón del Centro de Estudiantes de Santa Cruz (CESC).
Con este libro se completo la saga que comenzó, con “El Síndrome de Rasputín” (2008) y continúo con “Los Bailarines del fin del mundo”(2009) Con respecto a la novela Juan Sasturain Director de Negro Absoluto en el prólogo dice:“Como en el tango, pero peor también, porque esta vez-la tercera y la vencida las letras de la nocturnal música de fondo que acompaña a los muchachos Abelev,Muiskin y Maglier las dicta Baudelaire, el caballero del verde tedio, señor del spleen.”.
En la mesa de la presentación estaban Ricardo Romero (Negro Absoluto) y Guillermo Anderson (Tinta Roja Policiales) donde se fue analizando la obra, desde distintos aspectos, se comentó que es una novela negra aunque tiene mixturas de géneros como la ciencia ficción, el terror y la historieta.
Romero explicó sobre el titulo “El Spleen de los muertos”, sobre la palabra Spleen comentó que no tiene una traducción  literal “Si bien implica melancolía, pero  es algo más y eso lo completan los lectores”.
A su vez el escritor explicó sobre la música de fondo que aparece durante el texto nombres de capítulos “Escalera al cielo” (Leed Zeppelin) y Confortablemente adormecido (Pink Floyd). Y a su vez citas de una canción una Atahualpa Yupanqui “Porque no engraso los ejes me llaman abandonao, si a mi me gusta que suenen, pa qué los quiero engrasao” y allí Romero dirá que es lo que le sucede a los cuerpos de los personajes que sufren el Síndrome de Tourette una enfermedad sobre tics nerviosos.
Uno de los ejes que aparece e la novela es la amistad y a estos amigos (Abelev,Muishkin y Maglier) los une entre otras cosas que sufren el Síndrome de Tourette y estos personajes deambulan, tienen encuentros y desencuentros, en una Buenos Aires desvastada y apocalíptica.
En cuanto al final de la trilogía se le preguntó al autor sino le quedaba sensación de melancolía de desprenderse  de esos personajes y destacó “No sentí que terminaba con ellos, soñé con ellos y quizás sea como la historia de los tres mosqueteros de Dumas, que se reencuentran veinte años después, fantaseo con esa idea, y a su vez se siente esa felicidad de terminar de escribirlas”
El cine fue uno de los temas que se desplegaron en la charla partiendo  de que en uno de los epígrafes iniciales hay una cita de una escena de The Dark Night (El Caballero de la noche) y que el escritor dirá que hay influencia del cine mudo que aparece como atmósfera.
En cuanto a las influencias literarias de esta novela, Romero diría que se reencontró con los llamados clásicos  como Gastón, Leroux, Sherlock Homes, el género gótico que le ayudaron para escribir.
A su vez se hablo sobre la estructura de la novela dividida en tres partes, compuesta por 27 capítulos y un epílogo, tiene la estructura de Folletín o novela por entregas, de capítulos breves y eficaces que hacen ágil la lectura.
También se converso sobre policiales y que esta novela que se presenta no estrictamente policial, porque no tiene las formulas establecidas del genero y que la novela negra te permite mayor amplitud, para contar historias que suelen ser oscuras.
Juan Sasturian dirá:”Baste decir, entonces, que “El Spleen de los muertos” cuenta una batalla por o contra la melancolía. Pero que la guerra, una vez más, no ha terminado”.

Sobre el autor
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y desde el 2002 vive en Buenos Aires.
Fue director de la revista de literatura Oliverio entre 2003 y 2006.
Tiene publicado el libro de cuentos Tantas noches como sean necesarias (2006) y las novelas Ninguna Parte (2003), El síndrome de Rasputín (2008), Los bailarines del fin del mundo (2009) y Perros de la lluvia (2011) El Spleen de los muertos es la tercera parte de la trilogía iniciada con El Síndrome de Rasputín y continuada con Los bailarines del fin del mundo.
Varios de sus relatos fueron incluidos en diferentes antologías de la nueva narrativa argentina. Es editor de Gárgola Ediciones, donde dirige la colección “Laura Palmer no ha muerto”. Entre el 2006 y el 2010 fue uno de los integrantes de El quinteto de la Muerte, grupo con el cual editó los libros 5 (La Propia Cartonera, Uruguay) y la fiesta de la narrativa (Editorial Una Ventana, Buenos Aires).
En coautoría con Luciano Saracino ha escrito el guión de la película Necronomicón.
Ha sido traducido al portugués y al italiano.

Para mayor información

Colección Negro Absoluto 
Facebook: Negro Absoluto
Mail:info@negroabsoluto

Ediciones Aquilina:
Facebook: Aquilina Ediciones
Mail:info@edicionesaquilina.com
Fotografia: Francisco Vera 











lunes, 4 de noviembre de 2013

Saluda a la muerte de mi parte/26

Miguel Angel Molfino

SALUDA A LA MUERTE DE MI PARTE
ULTIMA ENTREGA (Nro. 26)
RESUMEN:  Leo Fariña y Billy Jensen huyen del rancho de El Chapo. Llegan a una carretera y  un lugareño los lleva en su camioneta hasta Pericos, un pueblito cercano a Culiacán, la capital del Estado de Sinaloa. Desde esa ciudad, Leo y Billy planean huir del país.

Debo decir que Billy Jensen estaba de un humor de perros. Sentados en la banqueta de la oficina de la Western Union, me apuntaba con su barbilla de tal modo que casi me hacía sentir culpable de todo lo que le pasaba. Aguardaba una remesa de dinero que había pedido a uno de sus bancos. De pronto, lo llamaron: ¡Pedro Gómez Liston! Era uno más de sus nombres falsos. Entramos, nos hicieron pasar a una pequeña y calurosa habitación, y abrieron la saca de la que salieron doscientos mil dólares. El tipo que nos atendía parecía un autómata. Me sorprendió que no le exigiera a Billy alguna documentación pero Billy separó cinco mil dólares y eso fue todo. El tipo se metió los billetes en todos los bolsillos del largo sacón con flecos que traía, nos dio la mano y se marchó con trancos apurados. El poder de Billy Jensen parecía no tener horizonte. Tenía cuentas millonarias en pequeños bancos y creo que hasta una muy importante en el JP Morgan. Era escurridizo como una lagartija, sabía muy bien cómo manejarse en el gran fraude y en el lavado de dinero. Un prócer del delito.
Cuando llegamos a comer a El Regio de Pericos, Billy ya vestía una camisa color mostaza, un saco azul y pantalones verdosos. Yo preferí unos Levi’s, camisa a cuadros y una campera de cuero liviano. Botas y sombrero, por supuesto. En composé con el ambiente general norteño. En el hotel, dejé el M-19 y cargaba en mi espalda la bonita Strizh rusa. Súbitamente, todo empezó a acelerarse. Volamos a Culiacán en un Cessna 682 cuando aún estábamos digiriendo el cabrito enchilado del almuerzo. Adiós a mis armas: las tuve que abandonar en el hotel. Una ruta de narcos nos hizo aterrizar sin novedad en Culiacán.
Mientras Billy se dedicaba a hablar incesantemente por teléfono en las cabinas, compré El Sol de Sinaloa para ver qué contaban las noticias del ataque a la finca del Chapo. Largué una carcajada después de hojear hasta la última hoja: No había una sola letra escrita sobre el hecho, incluso, la sección policiales no existía. Prendí un cigarrillo y me encaminé a un barcito del aeropuerto. Pedí un tequila y así como vino así me lo tragué. Todavía me era difícil aceptar que ese mundo de crimen existiera como una realidad paralela. Y como una verdad incontestable para quienes la habitaban. Pero era tan innegable como el planeta Júpiter. ¿Por qué yo no salía corriendo a denunciar a las autoridades? Más que loco tendría que estar. Si yo fui testigo de cómo nos recibieron en Toluca una agrupación militar mexicana. ¿Quería aparecer colgando y decapitado de un puente? 
Pedí otro tequila, esta vez doble. El mexicano de la barra me sonrió y comentó: ¡Híjole! Mire que el tequila no es granadina! Es cosa mía, amigo, cóbrese de aquí. El barman tomó mi dinero y murmuró: Ni modo…
Tomaba mi tequila sobre mi taburete cuando se acercó Billy.
-       Escuchame, nene, esperame aquí, en el aeropuerto, yo vuelvo en una hora y seguimos…¿Tenés algo de plata?
-       Sí, no creo que en una hora me gaste 600 dólares…
-       Bien, bien, ya vuelvo.
No quería calcular cuántos dólares había perdido en el camino. Aproveché el momento para romper el viejo y vencido cheque del banco panameño que me  diera Billy, no sé en qué vida anterior.
Odié la espalda de Jensen mientras se alejaba, odié todo su mundo, sus mentiras, recordé que podría haberme avisado sobre todo el peligro que caería sobre mi pobre humanidad. Retomé la lectura de El Sol de Sinaloa en una cómoda butaca de cuero. Allí me avivé de los rondines de los soldados del ejército. Camuflados, las caras pintadas, las miradas como dientes y el silencio militar presagiante.
Yo quería estar en casa y si fuera posible engripado, para que mamá me sirviera una sopa calentita y que la cuchara no sea un proyectil 7.62. Me dormí como abrazado a un osito de peluche.
Un golpe en el hombro me despertó. De un salto me puse de pie, sin saber en qué mundo estaba. Era Jensen y traía una gran maleta y un portafolio metálico. Pero era un Billy Jensen casi desconocido. Se habían teñido de castaño sus pocos cabellos rubios y un discreto bigote oscuro le daba un toque de seriedad. Me sonrió abriendo los brazos, como exhibiendo su nueva pinta. El traje Príncipe de Gales lo hacía gallardo y aún más aristocrático.
Yo sonreí sin ganas. Me preguntaba que significaba este nuevo disfraz. Hacia dónde nos llevaría, en qué playa nos hallarían muertos, estaba hastiado, con las bolas por el suelo. Y se lo dije:
-       La concha de tu hermana, Jensen, quiero bajar de esta locura, por favor, esto ya dejó de ser gracioso…- tuve que carraspear, casi me ahogué.
-       Sentate, dijo. Y nos sentamos.
-       Ya todo terminó, mi querido Leo, aquí nos separamos…
Sentí que mi cara era de plastilina por la cantidad de gestos que hice en menos de un minuto. Me saltaron lágrimas, pero de alegría y de bronca; sonreía como un estúpido, me sentía pájaro, nube, mariposa, polen, y escuché que le dije: Gracias, Billy…
Jensen me abrazó y me dijo: Te quiero, muchacho y gracias…
Me desprendí de su abrazo y le respondí: Y yo a vos te odio, pedazo de hijo de perra, de pedo que estoy vivo y…
La mano de Billy Jensen me tapó la boca. Me pidió que lo siguiera hasta el baño, un inmundo baño de aeropuerto. Nos metimos en un privado. Jensen abrió el maletín metálico. Los fajos de dólares encandilaban, nuevitos, esmeraldas de papel.
-       Son tuyos, los merecés, Leo, te lo ganaste a lo James Bond.
-       ¿Cuánto es esto? –balbuceé hipnotizado ante El Gran Dios Norteamericano..
-       Sesenta mil dólares, todos tuyos.
-       Pero…
-       Shh!  Aquí tenés un pasaporte diplomático y un salvoconducto como consejero de la ONU en Asuntos Hemisféricos. Hasta llegar a Argentina te vas a llamar Robert Assadourián…No te pueden revisar ni una muela cariada.
-       ¿A qué hemisferio me dedico yo, por si me preguntan?
-       Elegí el que más te guste…Hablá de la tundra, del Mar Muerto, qué se yo, arreglátelas. ¡Ah! Y tomá.
La mano de Billy sostenía una American Express Centurion, la negra, la de gastos ilimitados, pero a mi nombre verdadero.
-       No, está bien ya, Billy, yo creo que todavía tengo en uso una del Credicoop.
Me miró como diciéndome vos siempre el mismo boludo.
-       Acompañame – me dijo. Parecía emocionado pero siempre fue un gran embustero.- Voy a embarcar, mi vuelo sale dentro de un rato, no te puedo decir hacia dónde voy porque hoy desaparezco para el mundo por siempre jamás.
Al colocar el primer pie en la escalera mecánica que lo llevaría al embarque, giró y me dijo mientras ascendía:
-       Esto es como si me estuviera llevando la Muerte…
Hice un silencio.
-       Salúdamela de mi parte – le dije, le di la espalda y me dolió el corazón.
  
                                      THE  END
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