martes, 19 de enero de 2010

"En la novela policial, hay que descolonizar el imaginario"




ENTREVISTA JUAN SASTURAIN ESCRITOR Y PERIODISTA


Guionista y crítico literario, dice que "se escribe para saber qué pasa". Y reivindica el género de aventuras. 


Por: Por Diego Malpelli






LA ERUDICION Y LA ACADEMIA. SASTURAIN, ENTRE BORGES Y EL JUGADOR MARTIN PALERMO.

Guionista de historietas, periodista deportivo, crítico literario y desde hace un par de años conductor del ciclo televisivo "Ver para leer", al escritor Juan Sasturain no hay oficio en los medios que se le resista. Autor de cuentos y novelas en los que sobresalen la creación de personajes entrañables, como aquel detective Etchenike, protagonista de la novela Manual de perdedores, y la mezcla balanceada de la academia con la calle, en esta entrevista habla de la reciente aparición de El caso Yotivenko, una compilación de relatos en el que se destaca el cuento que da título al libro. Sasturain señala que se escribe para "enterarse qué pasa" y reivindica al género de aventura como posibilidad de "descolonizar el imaginario".

Como les sucede a la mayoría de los guionistas o dibujantes de historietas que terminan guionándose y dibujándose a sí mismos, Sasturain ha construido con el paso de los años una caricatura de su persona: los anteojos diminutos bailando sobre la nariz, la calvicie cenital contrastada por la corona de pelambre lisa y plateada, las botamangas del pantalón y el morral cruzándole un hombro son ya parte de sus rasgos registrados. La tradición del escritor argentino que mezcla a su capricho la erudición de la academia y la mitología del café, ha hecho el resto. El resto: un periodista y escritor capaz de meter a Borges y a Palermo (Martín, el jugador) en una misma oración sin que nadie pueda impugnarla por invadir terrenos previamente demarcados y supuestamente contrapuestos.

Y es precisamente en un café dónde se desarrolla la entrevista con Clarín, para hablar, entre otras cosas, de la reciente edición de El caso Yotivenko, una compilación de algunos de sus cuentos ya editados más la perla del relato que da título al libro. Allí hay fútbol, como era de esperar, pero también hay política, espionaje, bailarines del Bolshoi convertidos en futbolistas, una historia secreta, la KGB y la Boca. Un cóctel difícil de concebir si no se tiene la imaginación, la sabiduría mundana y el interés por lo político de un escritor que añade su obra bien juntito a la de Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y Héctor Oesterheld.

¿Cómo surgen las ideas para una historia cómo la de "El caso Yotivenko"?

A mi me interesa mucho la idea de la génesis, de dónde vienen las historias. No la idea de adónde van a parar, porque uno no sabe eso. Pero de donde vienen si, porque hay cierto nivel de conciencia que puede decirnos algo, nivel de conciencia que es un aspecto ínfimo de la totalidad que motiva la escritura. Pero en El caso Yotivenko todo proviene de un juego de palabras: la palabra yotivenco, que es del lunfardo. Si la escribís con K suena a un apellido ruso, y uno piensa que puede ser un jugador de fútbol ruso. Y yotivenco a su vez remite a la Boca también, porque es el reverso de conventillo. Entonces inconscientemente se puede reconstruir de dónde viene el asunto. El asunto es un jugador ruso que viene a jugar al país, a jugar en Boca. ¿Yotivenko era el nombre? No, era el nombre que le pusieron los hinchas para simplificarlo. ¿Y cuándo hubo rusos en Argentina? Los rusos vinieron en la década del 60. Plena guerra fría. Y por ahí se arma la historia.

Hay gente que sigue considerando a la literatura del fútbol como un género menor. ¿Coincide?

Si, porque suele serlo. Es como lo bélico o el western. Yo no creo que haya géneros, sino que hay autores. Hay escritores y escribientes. Y hay escritores que trabajan dentro de géneros pero son escritores. Y hay escribientes que no trabajan en el género y escriben novelas. Los géneros pueden servir o no como vehículos para la escritura. Y la adscripción a uno determinado como en este caso el del fútbol, de ninguna manera impide la posibilidad de hallar literatura. De todos modos, la mayoría de las veces, en los textos de géneros no vamos a encontrar literatura, muchas veces ni escritores vamos a encontrar. Pero eso pasa también en la tele o en el cine. El fútbol puede ser, como cualquier otra cosa, objeto de la escritura, pero al final va a depender de quién escriba y qué haga con eso. O sea que siempre termina importando la diferencia entre el qué y el cómo. La literatura es el cómo.

Usted dijo que se escribe para saber qué pasa. ¿Los escritores arrancan de esa duda?

Es una frase con una alto grado de generalidad y muy personal. Es una respuesta tácita para aquellos que piensan que si uno trabaja dentro de los parámetros de un género, tiene que atenerse a un corsé. Si voy a escribir un policial, tengo que saber qué es lo que voy a contar, tengo que tener la historia armadita. Y no es exactamente así.

¿Por qué?

Porque el argumento no es necesariamente lo que voy a contar. El qué pasa no es la sucesión de acontecimientos sino cuáles son los ejes temáticos, de qué estoy hablando, o al menos de qué creo que estoy hablando, porque muchas veces estamos hablando de otras cosas y no nos damos cuenta. Sin hacer psicoanálisis barato, pero al escribir estamos hablando de la política, de nuestro tiempo, de nuestra relación con el texto. Entonces a mi me interesa esa escritura que se va descubriendo a sí misma. Toda la gran literatura viene de esa duda: Cervantes empezó a manejar un material que desconocía o al cuál abordó en términos jocosos. ¡Y entró todo ahí! Se fue saludablemente al carajo e inició la novela moderna a partir de una parodia. Es decir que en literatura, nunca la intención define un texto. Intención que a veces no se puede reconstruir, porque nunca podremos saber qué quiso hacer el escritor. Seamos concientes de todas las variables que no manejamos cuando escribimos. En ese sentido uno se entera: se entera qué pasa cuando escribe.

Otra frase suya: "escribir desde el sufrimiento, a partir de que te patean", ¿primero hay que saber sufrir, después escribir?

Una cosa es la sensación de que algo te duele, otra instancia es decir "¡Ay!", esa sensación convertirla en un gesto y otra cosa distinta es decir me duele. Son tres cosas diferentes y ninguna es sustitutiva de la otra. Y de algún modo la literatura está al final de un proceso que implica todos esos instantes y sensaciones, sean reales o figuradas. La formulación puede ser desplazada, idealizada, modificada, puede ser invertido el sentido. Ahora cuando uno está inmerso en la experiencia, no tiene porqué escribirla. Ejemplo, la poesía lírica: toda la lírica consiste es un canto a la pérdida, nadie escribe la felicidad, nadie escribe cuando hace el amor, va a escribir cuando ya no lo hace más. Dicho esto muy groseramente. Entonces si la poesía tiene que ver con la pérdida, se supone que de algún modo la expresión compensa Y en términos políticos es lo mismo. Lo que hay que buscar y uno desea para sí es que haya una coherencia entre el texto y las experiencias que están por debajo de ese texto.

domingo, 17 de enero de 2010

El acusado por el Triple Crimen admitió sus vínculos políticos




DERIVACIONES DEL ASESINATO DE LOS EMPRESARIOS DE LA EFEDRINA





Martín Lanatta, principal sospechoso, lo confesó a la Justicia. Dijo que es amigo de Alejandro Giancristóforo, dirigente de la corriente peronista que lidera el jefe de Gabinete y ex hombre de confianza del director del RENAR, Andrés Meiszner.

Martín Lanatta miró el horizonte verde por la ventana del cuarto piso de la Fiscalía de la localidad bonaerense de Mercedes, bajó la mirada y dijo: "(Alejandro) Giancristóforo es mi amigo. Lo echaron del RENAR por todo esto. Pero nunca lo molesté por nada".

Lanatta es el principal sospechoso de la causa del Triple Crimen de General Rodríguez, del que fueron víctimas Sebastián Forza, Damián Ferrón y Lepoldo Bina, vinculados, según el fiscal, a la venta ilegal de efedrina, a mesas de dinero y a una deuda por la mafia de los medicamentos.

El sospechoso confirmó en su declaración indagatoria un dato clave que hasta ahora el Gobierno venía negando: su vínculo con el ex hombre de confianza del titular del Registro Nacional de Armas (RENAR), Andrés Meiszner.

Se trata, nada menos, que del candidato del jefe de Gabinete Aníbal Fernández a la intendencia de su pago chico en el 2011 -Quilmes- e hijo de su aliado en la AFA, José Luis Meiszner.

Los dichos de Lanatta ante el fiscal de Mercedes Juan Bidone fueron revelados por dos fuentes judiciales y confirman que formaba parte de la estructura política del Jefe de Gabinete, con una pata en el RENAR y otra en la barra de Quilmes.

Giancristóforo fue desplazado del RENAR luego de 3 años de contrato cuando estalló el caso. Es hijo del fallecido dirigente del PJ de Quilmes Sebastián Giancristóforo, quien se hacía llamar "Cacho Rey". El amigo de Lanatta había sido nombrado como personal contratado en Migraciones en enero del 2006 a través de un decreto del entonces presidente Néstor Kirchner refrendado e impulsado por Aníbal Fernández.

La frase de Lanatta "nunca lo molesté por nada" se refiere a que él había tenido 52 permisos de tenencia de armas y que le había conseguido 4 a Forza, una de las víctimas del Triple Crimen, entre otros usuarios. Lanatta es instructor de tiro y gestor informal ante el RENAR y en septiembre del año pasado, un mes después del crimen, se le renovó el permiso para portar armas.

Sin embargo, Lanatta se había jactado ante Forza de su supuesto contacto con Aníbal F., quien inició en los noventa su carrera política como intendente de Quilmes.

Tanto el jefe de Gabinete como Andrés Meiszner habían negado a este diario, el 11 de octubre pasado, conocer a Lanatta. Pero resulta poco creíble que Meiszner no supiera de la amistad de Giancristóforo con Lanatta. Es más, Aníbal F. exhibió un email que le había mandado Lanatta donde le decía que no lo conocía pero le pedía un nuevo permiso para portar armas.

Sin embargo, Meiszner creó una agencia registral del RENAR dentro de la asociación de Tiro y Gimnasia de Quilmes y la puso a cargo de Zulma Ledesma, otra militante -al igual que Giancristóforo- de la agrupación "Casa Peronista" que responde a Aníbal F. y Meiszner.

Lanatta era un concurrente de ese club que se encuentra a una cuadra de la casa de su padre que fue allanada por el fiscal cuando lo detuvo el 20 de diciembre pasado.

De esa agrupación K no sólo Ledesma está contratada en el RENAR, sino otros militantes kirchneristas. Meiszner negó haber tenido contratado a un hijo de Osvaldo "Dedo" Becerra. Becerra, quien hace pegar carteles para la agrupación, fue el jefe de la barra brava de Quilmes. Además, administra tres parrillas en la zona que tienen pintadas que dicen "Gracias JLM" por el ex presidente del club José Luis Meiszner.

Lanatta, al igual que otros dos detenidos por el Triple Crimen, los hermanos Víctor y Marcelo Schillaci, eran parte de la barra brava de Quilmes que exhibe la bandera "Meiszner 2011". w








viernes, 8 de enero de 2010

Una lectura médica de Sherlock Holmes



Bipolaridad, autismo, adicción a las drogas... Signos de estas enfermedades pueden rastrearse en el detective más famoso de la literatura. Días antes del estreno de una nueva película sobre el personaje, un dignóstico de Holmes y la opinión de Carlos Chernov sobre las diferencias entre el arte del científico y del detective.

Por: Lisa Sanders

UN DETECTIVE CON ESTATUA PROPIA.<(b> Silueta del monumento a Sherlock Holmes, situado en Londres. En la Argentina, un nuevo filme sobre el personaje se estrena el 14 de enero.
Percibo que usted estuvo en Afganistán", dijo el hombre de mediana edad como saludo cuando el médico entró en la habitación. Este, que acababa de regresar de la segunda guerra anglo-afgana, se asombró ante la perspicacia del hombre. Pero antes de que pudiera preguntarle cómo sabía que eso era verdad, el hombre lo asió de una manga y lo acercó para que presenciara su última obsesión.

El médico escuchó estupefacto mientras el hombre hablaba extensamente del experimento químico que había realizado. El amigo que los presentó le había dicho al médico que el hombre era un excéntrico y que llevaba a cabo experimentos mórbidos. Le dijo que una vez había visto al hombre golpear un cadáver para determinar si podía formarse un moretón después de la muerte. (No es posible.) Tenía tal sangre fría, había agregado el amigo, que era fácil imaginarlo administrándole una droga a un amigo tan sólo para ver qué efecto le causaba. Sin duda Sherlock Holmes era excéntrico, pensó el Dr. John Watson, pero también era interesante.

Fue de esa forma que, en 1887, Arthur Conan Doyle dio comienzo a una de las sociedades más raras y productivas de la literatura con la novela Estudio en escarlata. La primera vez que entré en contacto con esa extraña pareja fue en el colegio secundario. Hace poco volví a sumergirme en mis gastados tomos de esos notables relatos, pero esta vez no pude evitar observar a Sherlock Holmes con los ojos de un médico. Lo que vi fue lo que cualquier médico vería: un paciente. En mi caso, la pregunta fue: ¿podía diagnosticarse la extraña conducta de Sherlock Holmes?

No cabe duda de que tiene síntomas. Parece ignorar los ritmos y cortesías de las relaciones sociales normales; no conversa, sino que pontifica. Sus conocimientos e intereses son profundos pero escasos. Tiene una peculiar "sangre fría", lo que tal vez sea la causa de que también esté solo en el mundo. No tiene más amigos que el extremadamente tolerante Watson. Un hermano, aún más raro y aislado que él, es su única familia. ¿Arthur Conan Doyle expuso algún tipo de enfermedad mental o de trastorno de personalidad genético que había observado o Holmes era sólo un personaje interesante que creó de la nada?

Conan Doyle estudió medicina en la Universidad de Edimburgo, que en ese entonces era una de las facultades médicas más prestigiosas del mundo. Tenía un ojo avezado para detectar las sutiles manifestaciones de la enfermedad, y sus relatos están llenos de descripciones médicas de gran precisión. El alcoholismo de un hombre que gozaba antes de buena salud se ve en el "toque rojo en la nariz y las mejillas", en "el leve temblor de la mano extendida". En otro relato, las contorsiones de un cuerpo –los miembros "retorcidos de la forma más fantástica", los músculos "duros como una tabla (...), que excedían en mucho el rigor mortis habitual"– le permiten a Watson (y a sus lectores médicos) diagnosticar un envenenamiento por estricnina.

Se estima que Conan Doyle fue uno de los primeros en describir una enfermedad heredada que ahora se conoce con el nombre de síndrome de Marfán. El síndrome, que apareció por primera vez en la literatura médica en 1896 gracias al pediatra francés Antoine Marfán, se caracteriza por una estructura física alta y delgada, problemas oculares y tendencia a desarrollar aneurismas de aorta a temprana edad. La ruptura del vaso dilatado que transporta la sangre del corazón al resto del organismo es la causa de muerte más común entre quienes padecen ese trastorno, y hasta hace poco pocos enfermos vivían más allá de los cuarenta años. Se describe a Jefferson Hope, el asesino vengador de la primera novela de Conan Doyle, como un hombre alto de treinta y tantos años que mata a quienes responsabiliza de la muerte de la mujer que amaba. Cuando por fin lo detienen, le pide a Watson que le ponga la mano en el pecho. Watson señala que tomó "conciencia de inmediato de las pulsaciones y la conmoción extraordinarias que había en su interior. La caja torácica parecía agitarse y temblar como lo haría una construcción débil al ponerse en marcha un motor poderoso. En el silencio de la habitación oía un zumbido sordo que procedía de la misma fuente". Watson sabe al instante lo que significa eso. "¡Usted tiene un aneurisma de aorta!"

¿Es posible que al retratar a Holmes, Conan Doyle haya plasmado un síndrome psiquiátrico familiar hasta entonces desconocido? Tanto admiradores como académicos aventuraron muchos diagnósticos, dice Leslie Klinger, editor de la versión anotada más completa de los relatos de Sherlock Holmes. Klinger se inclina por un diagnóstico de trastorno bipolar, para lo que se basa en las oscilaciones del detective entre la hiperactividad y la lasitud. El trastorno bipolar es hereditario y se caracteriza por episodios de energía frenética –a menudo acompañados de una conducta extravagante y ostentosa– que alternan con períodos de profunda depresión. Si bien es cierto que Holmes no dormía durante varios días cuando estaba inmerso en un caso, sus cambios de estado de ánimo parecen depender de su trabajo. Cuando trabajaba estaba eléctrico. Si no tenía nada que hacer se ponía melancólico. El consumo de drogas podría ser la causa de los marcados cambios anímicos, pero usaba cocaína cuando estaba ocioso y deprimido, no cuando estaba ocupado y animado.

Otros, agrega Klinger, sugieren que Sherlock Holmes puede haber tenido una forma leve de autismo que suele denominarse síndrome de Asperger. El pediatra austríaco Hans Asperger informó en la literatura médica sobre ese trastorno en 1944. Describió a cuatro chicos brillantes y coherentes que tenían graves problemas de interacción social y tendían a concentrarse de forma muy intensa en determinados objetos o temas. El trabajo de Asperger languideció en las sombras durante más de cuarenta años, pero para 1994 el síndrome de Asperger formaba parte del léxico psiquiátrico oficial. El diagnóstico puede estar incorporado al autismo en el próximo Manual estadístico y diagnóstico de trastornos mentales, pero sin duda la descripción que hizo Asperger de esos hombres jóvenes de gran concentración y torpes en el plano social tuvo gran resonancia entre los padres, que reconocieron en la misma a sus propios hijos.

¿Es posible que Conan Doyle haya descrito el síndrome unos setenta años antes que Asperger? Según Ami Klin, director del programa de autismo del Centro de Estudios Infantiles de Yale, que forma parte de la facultad de medicina, la principal característica que define todas las formas de autismo es la "ceguera mental", la dificultad para entender lo que los demás sienten o piensan y, por lo tanto, para relacionarse. Ignorantes de cómo los ven los otros, quienes padecen el síndrome de Asperger a menudo tienen un comportamiento extraño y tienden a desarrollar un vasto conocimiento de temas muy puntuales.

En el retrato que pinta Conan Doyle, Holmes presenta por momentos todas esas características. Su interacción con los demás suele ser directa hasta el punto de la descortesía. Incluso cuando le habla a Watson, su mejor amigo, los elogios que le dedica suelen rayar en el insulto. En El mastín de los Baskerville, cuando Watson, complacido con sus propias habilidades detectivescas, le informa a Holmes sobre los resultados de su investigación, éste le dice que no es una fuente de luz sino un conductor de luz, un mero ayudante.

En cuanto a sus intereses, Homes se jacta con frecuencia de sus minuciosos conocimientos de todo tipo de fenómenos extraños. Se dice que escribió un estudio sobre las diferencias entre ciento cuarenta tipos de ceniza de cigarros, pipas y cigarrillos. Es un ejemplo de lo que Asperger llamaba "inteligencia autista", la capacidad de ver el mundo desde una perspectiva muy diferente a la de la mayor parte de la gente, concentrándose a menudo en detalles que los demás obvian. Holmes se ufana de poder percibir la importancia de nimiedades y lo llama "método".

¿De dónde sale esa imagen, entonces? Los biógrafos hablan de una serie de personas en las que Conan Doyle pudo haberse basado para el personaje de Holmes, pero ninguna tenía el conjunto de esas características. ¿Era un paciente? ¿Un amigo de la familia? ¿Un compañero de estudios que no entró en las biografías? Quizá nunca lo sepamos, pero es evidente que las peculiaridades de Holmes tienen un atractivo perdurable. Basta con ver por TV a Temperance Brennan, de Bones, a Adrian Monk, de Monk, y, por supuesto, a Gregory House, de House, que presentan síntomas aspergerianos y le deben mucho a Sherlock Holmes.

Lisa Sanders es médica y autora de "Every Patient Tells a Story: Medical Mysteries and the Art of Diagnosis".

©The New York Times y Clarin, 2010. Traduccion de JoaquIn Ibarburu.