domingo, 23 de marzo de 2014

El duro oficio de editar



Una nueva colección de novela negra ya está entre nosotros. Su nombre es Código Negro y reúne a más de treinta autores de toda Latinoamérica. Se propone editar doce títulos en su primer año. Los primeros cuatro libros aparecieron en noviembre para recuperar títulos y autores olvidados y también para poner en las librerías a escritores que nunca habíamos leído en Argentina. Historias de crímenes, violencia social y dinero.


Por Juan Mattio

Lorenzo Lunar escribe la historia de un policía cubano que investiga un asesinato en un barrio marginal de Santa Clara en Que en vez de infierno encuentres gloria. Raúl Argemí, el secuestro extorsivo de un empresario por una banda de delincuentes en la mejor tradición de Los 7 locos en El Gordo, el Francés y el Ratón Pérez. Juan Damonte, la historia de un cocainómano que busca a su primo -militante revolucionario- durante la última dictadura en Chau, Papá. Rubén Tizziani la caza de 60 millones de pesos que persigue una jauría, delincuentes y policías por igual, en Noches sin lunas ni soles.

El punto en común entre estas cuatro historias es que cuentan, a través de un crimen, una trama social. Y eso las convierte en novelas negras y criminales. También coinciden en que todas fueron editadas en la nueva colección de la editorial Punto de Encuentro que dirigen Rolo Diez y Roberto Bardini.

Rolo Diez
Rolo Diez

Bardini es argentino pero vivió muchos años en México. Sólo hace falta verlo para intuir que es un lector voraz. Fue periodista y corresponsal de guerra. En una de sus últimas visitas al DF se encontró con Rolo Diez -escritor argentino exiliado durante la última dictadura primero en Brasil y después en España para terminar en México, autor de más de veinte novelas- y le contó su idea sobre una colección de autores latinoamericanos de género policial. Entre los dos, en una semana, contando con un mail y un teléfono, lograron reunir veintidós autores -a los que luego se sumaron más, de unos diez países- que dieron el sí y les enviaron más de cuarenta novelas como archivos adjuntos para ser publicadas.

Eso permite pensar en decenas y decenas de libros escritos por autores latinoamericanos que se reúnen alrededor de un mismo género. Títulos que estaban agotados, olvidados, inhallables. Otros más nuevos, de autores jóvenes, que se editaron afuera -premiados y reconocidos- pero que no se conseguían en Argentina. Se trata de una apuesta con precios accesibles y distribución en librerías y kioscos de diarios. Esa es la propuesta de esta nueva colección

Código Negro se propone editar doce títulos durante el 2014. Sus autores son argentinos, colombianos, ecuatorianos, uruguayos, mexicanos, chilenos, cubanos y españoles. Bardini afirma que “el género policial siempre tuvo aceptación entre los lectores en Argentina y en los últimos años veníamos viendo un resurgimiento en su producción con nuevos autores y nuevos títulos pero, al mismo tiempo, un gran vacío editorial”.

Los antecesores de Código Negro

7°

7°Código Negro no es la primera colección del género policial en Argentina. De hecho se podría hablar de una serie que se inicia con El Séptimo Círculo, de la editorial Emecé. En 1945 apareció el primer título de esta colección que dirigían Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. El modelo de novela estaba más ligado al relato de enigma que al hard boiled norteamericano. Es probable que Ricardo Piglia tenga razón cuando afirma que Borges preparó a los lectores para la recepción de sus propios relatos, más cerca de Chesterton que de Hammett.

jose-giovanniPara llegar al crimen en su dimensión social hubo que esperar hasta 1969, cuando aparece la colección Serie Negra de la editorial Tiempo Contemporáneo. Dirigida por Piglia, la colección permitió conocer en excelentes traducciones (las de Rodolfo Walsh, entre ellas) a los padres fundadores del género en Estados Unidos: Raymond Chandler, Dashiell Hammett, David Goodis, Jim Thompson…

Esa difusión permitió la escritura y publicación de una serie de autores argentinos de los años 70. Escritores como Rubén Tizziani, Sergio Sinay, Osvaldo Soriano, José Pablo Feinmann, Juan Carlos Martini y el mismo Ricardo Piglia encontraron un público lector que ya estaba entrenado en las novelas de Hammett o Chandler. Ese es el nacimiento del género negro en nuestro país. Bardini explica que “al mismo tiempo surge una generación de escritores en otras partes de Latinoamérica que se vuelcan a la novela negra. No solamente policial. También de espionaje y de aventura política. Todas ellas dentro de los límites del género pero con la impronta de la realidad latinoamericana”.

La reunión con autores españoles de la misma generación se logró en la Semana Negra de Gijón, el festival del género más grande de Hispanoamérica. Su director, el escritor Ignacio Paco Taibo II -nació en España y creció en México- funcionó como puente constante entre los autores españoles -Vázquez Montalbán, Juan Madrid o Andreu Martín- y los autores latinoamericanos. Parece natural, entonces, que muchos de los autores que se publicarán en Código Negro hayan sido premiados en el festival, es el caso de Argemí, Damonte, Lunar, Kike Ferrari, Myriam Laurini, Guillermo Orsi…

jose-giovanni

¿Qué cuenta una novela negra?

Cuando la preguntaron a Taibo II por qué escribía novelas policiales, el autor mexicano respondió: “En la novela negra encontré un mundo que me permitía narrar los conflictos sociales a través de una historia policial. Eso fue lo que me atrajo: estar en contacto con la problemática social y expresarlo a través de la literatura”.

Una novela negra no es la historia de una rubia de piernas hermosas que llega a la oficina de un detective privado porque quiere encontrar a su marido. O no es sólo eso. En primer lugar las novelas del género colaboran con la formación política del lector, cuentan historias que es necesario leer en relación al sistema social en el que vivimos. Y, por otro, postulan una ética. Como la novela de aventuras del siglo XIX (pensemos en Sandokán, en Los tres mosqueteros, en El conde de Montecristo) las novelas negras proponen una ética que permite a sus protagonistas enfrentarse a la corrupción de las tramas sociales.

Kike Ferrari

Kike Ferrari

¿Y qué cuentan? La historia de un crimen. Y no hay delito -por más insignificante que sea- que no implique una cadena económica y social. Las historias de este género permiten desnudar las tramas políticas de nuestras sociedades. Uno de los autores de la colección, Kike Ferrari, afirma que es necesario “considerar a la novela negra como el gran género del capitalismo tardío, dónde se habla de dinero todo el tiempo. Pero sobre todo del crimen. Los españoles tienen claridad sobre esto, no le llaman Literatura Policial sino Literatura Negra y Criminal”. Hablando con Bardini sobre la matriz de las novelas que se propone editar nos dice “en ellas siempre hay un trasfondo social, político. Pero no es explícito. Es más bien soterrado. Por eso la lectura de diez novelas negras pueden ayudarte a comprender la realidad en el mismo sentido que los hace El Estado y la Revolución de Lenin”.

Los autores

Por un lado el crimen como espejo social y por otro la realidad latinoamericana. En ese cruce de caminos se inscriben las próximas novelas de Código Negro. La prostitución a la que son sometidas las mujeres en el DF mexicano por una red de trata (Qué raro que me llame Guadalupe, Myriam Laurini), la muerte de un empresario de Mercedez Benz por el Ejército Revolucionario del Pueblo (Vladimir Illich contra los uniformados, Rolo Diez), un empresario acosado por los fantasmas de sus asesinados (Que de lejos parecen moscas, Kike Ferrari), un médico legista que indaga a la ciudad de Quito desde sus muertos (De que nada se sabe, Alfredo Noriega).

Son historias que reconocemos. Son las astillas de las noticias que leemos en la sección “policial” de los diarios. Pero en la novela negra están reconstruidas desde la literatura. Y eso permite que Latinoamérica, su violencia, sus crímenes, su impunidad, sean diseccionados por los autores de la nueva colección del género negro en Argentina.

Fuente:http://elbardorobertini.com/2014/03/22/el-duro-oficio-de-editar/


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