martes, 23 de septiembre de 2014

Córdoba Mata 2014



Por Fernando López

“La novela negro-criminal viene pisando fuerte por el mundo entero. Haciendo ruido, a paso firme. Y por cierto también por los campos fértiles de la República Argentina, con la conciencia de que es el género más adecuado para meterse hasta el hueso en la realidad de una sociedad que transita su etapa de consumismo descarnado y brutal. A pesar de que tenemos un Estado que protege a los excluidos, abunda la corrupción: en la burocracia administrativa, en las provincias, en la justicia, en la policía, y aunque esto no sirva de consuelo, en muchos países del mundo -salvo honrosas excepciones- podemos encontrar corrupción. Sean o no capitalistas en su estadio actual del hiperconsumismo: la hubo en la Rusia soviética, con los burócratas del zar y toda su lacra camuflados en el torrente avasallador de la revolución que no fue; en los países del África explotada por las potencias imperiales y en el resto del mundo, como una marca que no es un defecto a resolver sino una cualidad del Estado moderno, en todos los sistemas políticos conocidos. Para resolver ese y otros temas atinentes, lo único que les queda a esos gobiernos es asumir la responsabilidad de cambiar las reglas de juego, o sea, modificar las leyes y la visión política de la justicia para evitar la impunidad. Mientras tanto, la novela negra y policial, o criminal, como gusta llamarse a sí misma, no deja de arrojar luz sobre las zonas sombrías de su historia.
      Otro tanto ocurre con la terrible xenofobia de las clases media y alta argentinas, que condenan a la exclusión a los diferentes: los gordos, los feos, los gays y lesbianas, los pobres, los pueblos originarios y los inmigrantes. En la Córdoba de la Nueva Andalucía donde vivo, conviven la universidad más antigua de América con familias poderosas que se enriquecieron con el tráfico de esclavos durante la colonia, con el enorme peso de la curia católica y la poderosa música popular de los cuartetos. En los últimos tiempos ocurrieron hechos notables de desprecio en barrios de ricos contra jóvenes de piel morena que tuvieron la mala suerte de transitar en motocicletas por esas calles, y se salvaron, circunstancialmente, de morir linchados. La crueldad que la democracia ayuda a controlar se desató a la primera oportunidad en que se relajaron los frenos inhibitorios. Los hechos que menciono ocurrieron en el mes de diciembre 2013, durante una asonada policial que dejó a la ciudad de Córdoba librada no solo al saqueo, sino a los peores instintos humanos. Tenemos una policía cuyos mandos superiores están inficionados por el narcotráfico a una escala nunca vista. Tenemos fiscales y jueces que no investigan las muertes sospechosas de falsos suicidas, y ensucian las pruebas que deben preservarse para los gabinetes técnicos. Esa misma clase pudiente angurrienta de tierras no trepida en echar las topadoras contra los ranchos de los habitantes originarios que se resisten a vender o simplemente a mudarse a otro sitio. Y tenemos una caterva numerosa de delincuentes de guante blanco, que cómodamente sentados detrás de sus ordenadores, sin arriesgar el cuerpo como los ladrones que salen a asaltar con sus armas, producen enormes desfalcos bancarios en perjuicio de toda la sociedad. En estos días se reveló que solo en Suiza, sin mencionar los paraísos fiscales, hay más de tres mil cuentas de argentinos que se llevaron sus ganancias ilegítimas fuera del país”.
      Todo ese caldo de cultivo propicia una presencia creciente de la novela negra y policial en los estantes de las librerías argentinas. Esas fueron razones poderosas para impulsar e instalar en esta provincia el Primer Encuentro Internacional de literatura negra y policial llamado Córdoba Mata, que contó con la participación de destacados escritores y críticos de nuestro país y de Uruguay, Chile, España, Colombia, Francia e Irlanda. El objetivo fue promover un polo cultural inter-disciplinario que nos identifique como una de las capitales mundiales del género policial. Muchas ciudades en el mundo se identifican y sobresalen como promotoras de actividades culturales que promueven su conocimiento y su identidad. Son famosas las ciudades de Gijón, Barcelona, Valencia, París, Toulousse, Medellín, Buenos Aires, Mar del Plata, entre muchas otras, como sedes de festivales y encuentros anuales de literatura policial. Francia y México se conocen como sedes de varios encuentros y festivales anuales de esta especialidad. Córdoba tiene, además de sus bellezas naturales, una varias veces centenaria tradición cultural que sobresale por sus Universidades, sus teatros, sus museos, artistas plásticos, músicos, escritores y muchos otros animadores culturales. Estamos convencidos de que la instalación de esta actividad en forma periódica permitirá que Córdoba sea identificada como sede de un encuentro que promueve la discusión y difusión de uno de los géneros más populares y celebrados en el mundo. 
      Por cierto que no fue fácil convencer a nadie, como suele ocurrir con los primeros eventos que luego se instalan en el imaginario popular. Finalmente, para realizar este cometido contamos -además de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad que organizó la tradicional Feria del Libro- con los apoyos institucionales de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Córdoba, el diario La Voz del Interior, el Centro Cultural España-Córdoba, el proyecto internacional Anilla Cultural que es un servicio de tele-conferencias, la Oficina Cultural de la Embajada de España, el Ministerio de Educación y Cultura de Montevideo y el Ministerio de Comunicación Pública y Desarrollo Estratégico del Gobierno de la Provincia de Córdoba. 


Tuvimos el inmenso honor de contar con la presencia de tres generaciones de escritores argentinos: Mempo Giardinelli, Guillermo Orsi, Raúl Argemí, Juan Sasturain, Jorge Felippa, Lucio Yudicello, Daniel Teobaldi, Enrique Aurora, Javier Chiabrando, Horacio Convertini, Esteban Llamosas, Rogelio Demarchi. Y entre los más jóvenes Martín Doria, Ezequiel Dellutri, Juan Carrá, Alejandro Soifer, Kike Ferrari y Gastón Intelisano, unos pocos, entre los numerosos cultores del género que vienen ocupando su lugar. Y también algunas mujeres (Alicia Plante, Mercedes Giuffré, María Inés Krimer y la uruguaya Mercedes Rosende) que aportaron la frescura de una visión diferente al universo criminal. Bartolomé Leal nos trajo noticias de lo que se escribe en Chile y Rodolfo Santullo y Pedro Peña de la novela policial uruguaya. Gustavo Forero Quintero desde Medellín y Néstor Ponce desde Rennes, Francia, estuvieron presentes gracias al servicio de tele-conferencias Anilla Cultural: Forero hablando de los 250.000 desaparecidos en Colombia y su novela sobre el tema, Ponce de los desaparecidos argentinos y su obra. Desde Canarias nos visitó Alexis Ravelo, ganador serial de premios literarios (como Orsi y Convertini) y la voz crítica la asumieron la irlandesa Kate Quinn, Mirian Pino de la UNC y Fabián Mossello de la UNVM. Los tres días en Córdoba fueron extraordinarios: todas las actividades a sala llena y con gente de pie. Después nos fuimos a Mina Clavero, en Traslasierra, a tres horas de viaje por un camino de belleza hipnótica donde expusimos ante lectores locales, y el domingo 14 de setiembre nos despedimos de los autores que pudieron quedarse el fin de semana, con un riquísimo cordero cocinado en horno de barro en las cabañas Altos del algarrobo en Cura Brochero. Dijo el canario Alexis Ravelo en su blog (y lo cito porque resume lo que dijeron TODOS los invitados): “¿El resumen? Una aventura del cariño, pero también de cosas más importantes (si las hay), esa conciencia de que uno no está solo, de que allá donde vaya, en cualquier rincón del mundo, hay personas con quienes comparte intereses, preocupaciones, lecturas y pasiones, de que ahí, en lo más oculto de cada persona, late un hermano o una hermana que no conocías aún y que, al final, acabas encontrándote gracias a almas generosas como nuestro cappo en Córdoba, Fernando López, que se dejan el sueño, el apetito y hasta la salud para lograr que existan cosas tan increíbles como Córdoba Mata, demostrando que la literatura y el pensamiento están vivos y corren libres por entre la ciudadanía, la sociedad civil, ese río que fluye con caudal variable, pero incesante”.
      Este revival del género se debe quizás a que lentamente Argentina ha visto nacer varios encuentros, festivales o foros de discusión y difusión del género negro y policial: el primero fue el Festival Azabache de Mar del Plata en 2011; luego el BAN! (Buenos Aires Negra), el CÓRDOBA MATA en setiembre 2014 y el cuarto en orden de aparición La Chicago argentina de Rosario, en el mes de octubre que se avecina. Estos eventos tienen la particularidad de convocar a públicos muy variados y entusiastas de todas las edades, ávidos de conocer los libros y acercarse a los autores, tomarse fotos, conversar con ellos y salir renovados en el conocimiento de una materia que a todos resulta apasionante. Numerosas cátedras universitarias cobijan a estudiantes que preparan sus tesis sobre novela negra. Se multiplican las colecciones que continúan por la senda abierta por Borges y Bioy con El séptimo círculo y El sol negro de editorial Sudamericana en los años 90, dirigida por Ricardo Piglia (Serie policial de Ediciones del Copista, de comienzos del 2000; Tinta roja de la Eduvim; Código negro de Editorial Punto de Encuentro; Negro absoluto de ediciones Aquilina; Laura Palmer no ha muerto de Gárgola; Extremo negro de la editorial del Nuevo Extremo) y varias más, entre las que quedaron en el camino y las que van apareciendo periódicamente, como las flores en el desierto después de una lluvia.
      Esta primavera negra hace pensar a algunos “entendidos” que puede tratarse de un fenómeno estacional que durará lo que dure el entusiasmo, pero la realidad, esa “realidad” que día a día se complica con la instalación permanente del narcotráfico, la corrupción, el ataque apenas solapado de las corporaciones económicas contra el gobierno democrático de las clases populares, la descarnada obstinación de los llamados “fondos buitres” en dinamitar la economía del país y la guerra de zapa instrumentada a través de los medios de comunicación, nos hacen pensar en lo contrario. Dícese del género negro que produce en el lector la ilusión de restablecer el orden quebrado por las acciones criminales. Al mismo tiempo que entretiene, legítimamente, con sus tramas diseñadas con maestría, ayuda a descubrir en el tejido social las lacras, las perversiones y bajezas propias del humano. E iguala, con su justicia literaria, a todas las clases sociales frente al olfato reparador de los lectores. 
      Hay una gran variedad de estilos y temáticas en el universo creativo del género negro y policial. Novelas de detectives masculinos y femeninos, policiales duros, enigmas históricos, novela negra-negra, parodias de género, tramas con buenas dosis de humor y sexo, escritas con la voz del asesino, de los excluidos, de los testigos, de las víctimas, tal como ocurre en otras partes del mundo. La primera novela de enigma argentina (y latinoamericana) apareció en 1877, escrita con el seudónimo Raúl Waleis por el jurista Luis V. Varela, titulada La huella del crimen y recientemente re-editada por la editorial Adriana Hidalgo. Y desde entonces, el relato negro, en forma de novela o de cuento, se ha mantenido vigente en la Argentina y parece gozar de muy buena salud a juzgar por la enorme camada de jóvenes que viene empujando para ocupar su lugar, con recursos renovados y una batería de audacias de indiscutible valor literario.



Fernando López

Autor de tres libros de cuentos y varias novelas, entre ellas la saga Philip Lecoq, detective, episodios I, II y III (2012/13); Un corazón en la planta del pie (2011, finalista en el concurso Novelas de Película organizado por el Festival Buenos Aires Negra, BAN! 2014); El mejor enemigo, premio Colima, México (4ta. edic. 2010);  Bilis negra (2005);  Odisea del cangrejo, finalista premio Planeta Argentina (1ª. edic. 2005, 2ª. 2014); Áspero cielo (2007) y El enigma del ángel, (1998). Obtuvo el premio Casa de las Américas (Cuba) con su novela Arde aún sobre los años.



No hay comentarios: