lunes, 8 de septiembre de 2008
"La Conspiración" (In the valley of Elah)
Director:Paul Haggis
Duración: 121 minutos.
Actores: Tomy Lee Jones, Charlize Theron, Susan Sarandon.
En esta película vemos el otro lado de la vivencia norteamericana de ahora. Transmite una percepción muy diferente que la última de Batman, The dark knight. En la superproducción de Christopher Nolan veíamos la visión de la Casa Blanca y el Pentágono; acá, en La Conspiración, nos encontramos con algo semejante a la percepción de Irak que tiene cada vez más el ciudadano medio norteamericano.
Es un drama con cierto olor costumbrista. Hay toques del estilo Clint Eastwood, sobre todo en el manejo de los signos y símbolos, que siempre reaparecen con otro sentido. Cinta pausada, pensativa, atenta a los detalles… En el típico Hollywood no hay que distraerse para no perderse ninguna escena de las persecuciones; acá no hay que pestañear para no pasar por alto ningún detalle, ningún indicio. Yo no diría que es una película adagio molto, sino andante. Más que lenta, cuidadosa, reflexiva.
Sentimientos, reacciones humanas, aparecen representados en un producto sutil, connotativo. Sobrio, sin las ampulosidades, a las que se veía obligado por razones genéricas Batman, heredero de la estética de los cómics.
Hay una desaparición a investigar. El protagonista (Tomy Lee Jones), recibe un llamado de la base militar: «hace cuatro días que el grupo de su hijo volvió de Irak, tendré que reportarlo si no se reintegra al ejército enseguida». El padre se transforma en el investigador de la desaparición. El padre, el sargento Deerfield, es un policía militar retirado con conocimientos en la decodificación de los indicios, experto en lectura de huellas. Pero dispone de dos series de huellas, que él no sabe si conducen al mismo lugar…
La investigación convencional queda a cargo de la detective Sanders (Charlize Theron), que tiene que enfrentar no solamente los problemas jurisdiccionales, sus propias culpas y limitaciones, sino también la competencia y burla de sus compañeros. Hay algunas cuestiones de género, claramente planteadas en la película.
El hijo desde Irak le mandaba videos a su padre, con imágenes de por sí confusas tomadas con su celular. A lo largo de la película y mientras la investigación convencional avanza (llena de imprevistos), el padre sigue buceando la pista de los videos, y descubre cosas inesperadas acerca de su hijo, de la situación verdadera en Irak y sobre todo, acerca de sí mismo. El problema es cuando el que lee indicios no puede evitar inmiscuirse en su lectura de manera personal. «Es mi hijo», «los buenos y los malos», «nosotros y los otros», en fin todos los prejuicios naturales del americano aparecen en esa lectura. ¿Ayudarán a descubrir la verdad en este caso?
¿Las actuaciones? Bueno, creo que hay que repetir aquel razonamiento que Borges considera como característico de los argentinos, nuestro: «Aunque fueron premiados con el Óscar, tal vez sean buenos actores.» Las actuaciones son sobrias, calibradas, perfectas. Ya Charlize Theron no nos sorprende; ni nos acordamos de su pasado de top model inmigrante. Ya acumula varios óscares en su haber. Y pensar que le reprochaban su acento afrikáans, hace unos pocos años… Susan Sarandon, con tres o cuatro apariciones, una madre colosal en un trance harto difícil. Tampoco «desentona» Tomy Lee Jones, en su papel de viejo flemático, metódico, obsesivo (el blogger que piensa en el temperamento «anal-retemptive» no tiene la menor idea de lo que dice; debería saber psicología, y no sólo inglés).
El nombre original es In the valley of Elah. No anticiparemos nada más que el hecho de que constituye una reminiscencia bíblica. Lo demás se lo dejamos al espectador. Pero de conspirativo la película no tiene absolutamente nada, créanlo. Horrible la traducción al español del título.
Todo esto, para que se vea el sinsentido cada vez mayor que tiene hablar de «Cine norteamericano», «cine yanqui»; el rótulo no dice nada. Aparecen algunas huellas incluso de Apocalypse Now. Un soldado dice, como Charlie Willard, en la primera escena del clásico de Coppola: «Me moría por salir de allá [de Irak], después de dos semanas sólo quiero volver; jodido, ¿no?»
Las nuevas tecnologías son puestas por la película al servicio de una búsqueda privada de la verdad. ¿Sociedad de control? No. Yo diría que el film es ingenuo con respecto a esto que está apareciendo, y que la gente todavía no sabe muy bien en qué consiste. Paul Haggis también se muestra inocente en esto.
Los videos y testimonios de la investigación son indicios y huellas: ¿a dónde llevan? ¿Llevan hacia algún lugar? ¿Son piezas de un rompecabezas o de varios a la vez?
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