Miguel Angel Molfino
SALUDA A LA MUERTE DE MI PARTE
Entrega N° 18
RESUMEN: En el tiroteo del shopping, Fariña sufre un rozón de bala en el brazo. Ya en el departamento, la gente del FBI lo cura. Súbitamente se produce un alboroto silencioso dentro de la lujosa vivienda. Se arman ostensiblemente, plantan una potente ametralladora en uno de los ventanales y todo hace suponer que está al llegar un personaje importante. Efectivamente. Baygón y sus percherones arriban. Leo Fariña se siente confundido. Y empieza una reunión.
El señor Baygón se había encajado entre los los brazos de la gran silla de la cabecera y frente al vaso de leche. Me sentaron a su izquierda y pude verlo de más cerca. Tenía las facciones resaltadas por una grasa esponjosa, haciendo imposible que su cara de luna, más bien purpúrea, pudiera adoptar otra expresión que la de una foca atorada entre dos rocas. Pidió que bajaran la temperatura del aire acondicionado, se estaba duchando en sudor. Pero no se quitaba el saco. Abrió una a una las carpetas rojas, hizo unas tres o cuatro preguntas sobre unos envíos (“de encomiendas”) y sus mofletes enrojecieron cuando dijo que “los mexicanos estaban lentos para pagar el embarque de agosto”. Tony intentó hablar pero Baygón lo cortó con un “espero que Billy Jensen no se haya quedado con el dinero”.
- Benita habló hace dos días con nuestro contacto en Tijuana y le pidió una semana más de plazo para juntar los dólares…El tipo se disculpó, el favor lo pedía el mismísimo Chapo. –comentó Tony mientras se servía agua de la jarra.
Baygón cuchicheó algo con Benita, pedí permiso para fumar (no quería cometer una falta imperdonable), Quebrantahuesos me dijo “órale” que entendí como una señal aprobatoria. Prendí el cigarrillo y lo mismo hizo uno de los percherones que asistía en silencio desde una silla, a dos metros de la mesa. El olor a tabaco quemándose me evocó mis primeros puchos en la secundaria. Regresión, que le dicen; en cualquier momento me largaba a gatear. Yo no existía en ese cónclave, miraba las caras, hacia un lado y hacia otro, como si fuera un espectador de un partido de tenis. El panorama no era el mejor. Ya estaba convencido de que esa banda de atorrantes no tenía nada que ver con el FBI. Hasta el momento, tenía en claro que Billy era su enemigo. Baygón terminó su leche y pidió un tequila. Una mezcla infame. Acomodando su mano enguantada, se dirigió a mí mostrando una dentadura blanca, perfecta y artificial.
- A ver, señor Fariña, le voy a explicar cómo están los escenarios –había echado mano a una voz musculosa y baja- Buscamos a su amigo Billy porque nos mejicaneó muchos, pero muchos millones de dólares. Y no somos del FBI ni de la ATF, simplemente soy el ex socio estafado de La Barbie Jensen. Porque en el mundo del negocio de las armas, le decimos La Barbie, bueno, usted habrá notado que es un poquito afeminado y sensible…-largó una carcajadita de plástico y siguió- Resulta que un gran cargamento de armas que le compramos a los Xué Zhán jamás llegó a destino, o sea, a nuestras manos.
- Y se traspapeló en manos de La Barbie.- acotó Benita, Baygón le clavó los ojos, ella pidió perdón y el jefe gordo sudoroso prosiguió.
- A mi querido Billy Jensen lo estamos buscando nosotros para recuperar el dinero, los chinos para que les pague y los del Cartel de Sinaloa, para que les entregue las armas que ya pagaron.
- ¡A la perinola! –dije, acusando la magnitud de la múltiple persecución- Por lo menos no lo buscan los boys scouts…algo es algo.
Las miradas me acribillaron y yo solté un sorry, casi un maullido. Me animé a preguntar quiénes y por qué mataron a Antonia y al malogrado Don Martin.
- Antonia y Benita se infiltraron en la casa de La Barbie, y él las descubrió. Benita se escapó y Antonia no. Donato Martínez corrió la misma suerte aunque el tipo apenas estaba enterado de la dimensión del juego en que lo metimos. Él, Jensen, lo llamó a usted, Fariña, para que lo ayudara a deshacerse del cadáver de Antonia, pero a último momento, cambió los planes y se autosecuestró…- una pátina de amargura segregaba la voz de Baygón, se acomodó en la silla.- Usted, Fariña, entró como un caballo en el jueguito y ahora está hasta el cuello en esta cacería.
- OK, sé que me tienen como anzuelo pero, cómo sigue todo esto. Yo no soy un pistolero y en pocos días, me tiroteé con casi todos los vecinos de Hong Kong – se me había secado la boca, tomé agua, prendí un Marlboro y el humo me hizo lagrimear- Y créame, mister Baygón, yo quiero volver a comer medialunas de grasa en Buenos Aires, ¿me entiende?
- Ya falta poco, muchacho, mañana salimos para México. Lo tenemos detectado en la capital, en el DF – un rumoreo viboreó entre los gangsters en tanto Baygón se incorporaba de la silla y se le unía Elaine- Descanse, Fariña, que mañana será otro día.
Elaine engarzó su brazo en el de Baygón y se encaminaron a la salida.
Recordé el final de “Don Segundo Sombra”: Lo vi irse, se fue como quien se desangra”.
CONTINUARÁ…
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