martes, 21 de octubre de 2008

"Control Total"


A propósito de la película Eagle Eye, de J. C. Caruso

¿Se viene el Control Total?

La paranoia conspirativa empieza a tener sus razones. La película, idea original de S. Spielberg, refleja el miedo fundado de la intelectualidad en el Imperio, hacia los progresos cada vez más tangibles del poder anónimo sobre los derechos civiles y la privacidad de la gente

El planteo

Un joven, medio vago, medio bohemio, bastante irresponsable, llega a casa, donde le aguarda una sorpresa: está llena de curiosos artefactos que no le pertenecen, que alguien ha introducido en su ausencia. «Home, sweet home.» Armas, químicos para fabricar bombas, manuales de instrucciones para volar aviones Boeing, insumos armamentísticos de última generación, etc. Apenas logra penetrar en la increíble jungla que es ahora su departamento, cuando recibe un llamado a su celular; en él una voz femenina, maquinal, le advierte que el FBI invadirá el lugar en treinta segundos. Naturalmente el joven se resiste a creer en lo que revela la voz; se pone nervioso, pregunta a los gritos quién le ha dejado tantos regalos inesperados… La voz continúa la cuenta regresiva, 27 segundos, 15 segundos… No hay caso, el FBI entra en el lugar por las ventanas exteriores, con ametralladoras, linternas, etc. Una multitud armada hasta los dientes se lleva esposado al inquilino del departamento. Previsiblemente, en un interrogatorio tipo Matrix, descubre que se lo acusa de integrar una célula terrorista en territorio norteamericano. Y la manipulación teledirigida empieza a urdir su trama.

La tradición «conspiranoica»

Desde luego que el neologismo que elegimos para este subtítulo se lo debemos a la legión de creativos internautas; es tan apropiada la nueva palabra, que la aceptamos sin ningún reparo.

La película Eagle Eye, por momentos parece una Matrix con una presentación más seria, menos teenager. (Matrix tiene más humor visual, más estética comic, más glamour.) Su tema principal no puede negarse que se lo debe, allá a lo lejos, a la novela de George Orwell, 1984, una antigualla que releemos con tanto gusto como unción profética. Y sorprendentemente, la película también tiene alusiones (visuales y conceptuales) a 2001, Odisea del Espacio, de Kubrik.

Un Gran Hermano controlará en cierto momento de la historia las acciones y los discursos de cada persona que habite en el mundo: esta es la afirmación que debe la película a la novela de Orwell. Un único gobernante, con un control absoluto.

De 2001, Odisea del Espacio, está la presencia de una máquina dotada de la capacidad de raciocinio y de emitir órdenes y palabras, como el ordenador que gobernaba la nave espacial, de nombre Hal (homenajeado en Wall E). Esta película había «profetizado» (a mediados de los sesenta) la existencia de Internet y del chat con imágenes de video.
La inquietud que surge, ni bien uno considera la capacidad de anticipo de los autores mencionados, es: ¿cómo hicieron para poder prever esto? Porque hablar de estos dispositivos ahora, que ya son una realidad a la vista en nuestro entorno, vaya y pase… pero ¡en 1948! ¡O mediados de los ‘60!

Acá es donde entra en escena la mentalidad conspiranoica: ¿Tendrían estos autores información a la que la demás gente no pudo acceder? ¿Serían planes de ciertos grupos concentrados, más que imaginaciones inspiradas al estilo Julio Verne?

El billete, Nostradamus y la Biblia

No tenemos que olvidar que Caruso, autor de la película que (con comprensible timidez) aborda estas temáticas, es norteamericano, vive en un contexto en el que ciertas verdades reciben una difusión más natural que entre los ciudadanos de la periferia. Cualquier yanqui tiene en sus manos el billete de un dólar a diario, y no como amuleto de buena suerte (vaya amuleto, dispuesto a las devaluaciones). En su reverso podemos ver el Ojo de Águila, el egipcio Ojo de Horus, un proyecto antiquísimo de sociedad de control y de poder imperial, todo un emblema.

Este billete fue diseñado en 1789, por los maestros masones que hicieron la constitución y la independencia (tan dependiente) de Norteamérica. Estamos ante símbolos ocultistas, se entiende. Aconsejamos profundizar sobre los símbolos e inscripciones en sitios web que se ocupen del asunto. Queremos, simplemente, con esta alusión, mostrar cuán atrás hay que viajar para ver de dónde viene el proyecto del Gran Hermano y qué significa la expresión Ojo de Águila.

Sintetizando, en la Biblia se anticipaba (Apocalipsis 13) la existencia de un imperio de alcance auténticamente global, sin límites, cuyo representante máximo exigiría la eliminación del papel moneda y la instauración de un sistema de identificación subcutáneo. De no creer. Dos mil años después, esto es una realidad que puede caer sobre el mundo, si la gente sigue igual de desprevenida. Nostradamus levanta esta idea apocalíptica del gobernante global, y habla del Último Rey, el Anticristo, gobernando una coalición de naciones… Las sociedades secretas como las que hicieron a Estados Unidos y la Argentina (sin ir más lejos, el plano de la capital bonaerense) leen con atención estas fuentes, y quieren producir a este gobernante global nada benigno.

«Una Voz en el Teléfono»

Una voz en los altavoces del subte anuncia, en Eagle Eye, que se pondrá en vigencia el rastreo y monitoreo de los celulares: se sabrá la posición de los chips y el contenido de las conversaciones. Esa misma voz femenina que enviaba instrucciones por celular en la escena que comentamos al principio…

La Sociedad de Control es una obviedad en EE UU, en donde en cualquier momento, en tu ausencia o no, agentes del FBI pueden allanar tu casa a la hora que se les ocurra sin ninguna orden judicial, gracias al decreto US Patriot Act[1], que Bush hizo aprobar entre gallos y medianoches después del 11 de septiembre. LA GRAN EXCUSA DE LA SOCIEDAD DE CONTROL ES, ALLÁ, EL TERRORISMO[2]; en nuestras modestas latitudes, seguramente habrá oído alguien de la «inseguridad nuestra de cada día»…

Consignamos los adelantos de este mismo fenómeno por acá, para que se vea que la aparatosa producción de Caruso-Spielberg no es ya ni ciencia ficción ni futurismo, sino presentismo, actualidad, cruda realidad: el futuro ya llegó hace rato. El sistema GPS está siendo instalado, mientras se escriben estas líneas, con enorme celeridad en los colectivos y taxis de la Provincia de Buenos Aires. Hay que loar la ímproba labor de los funcionarios[3] por obligar a la ciudadanía a acceder a celulares con chips de rastreo satelital, por ejemplo: ¡desde luego que tiene que haber acuerdos e intereses económicos de por medio! Pero ojalá esto fuese lo peor…

Cámaras en las calles, restricción de las funciones del Estado (prisión domiciliaria con collares electrónicos), privatización de la seguridad, difusión del sistema GPS, y progresiva eliminación del dinero contante y sonante, reemplazado por tarjetas digitales. Sí, como las que, desde el 2009, permitirán a los transeúntes de La Plata (ciudad pionera) viajar en los colectivos de cualquier línea sin preocuparse por las engorrosas monedas y moneditas.

Es obvio que la próxima crisis, lejos de retrasar, puede llegar a colaborar con la instauración plena del sistema (abaratamiento de los bienes tecnológicos). Visto y considerando que la oposición de la gente es todavía nula, la Sociedad de Control que asustó a Deleuze[4] hace casi veinte años es una realidad cada vez más verosímil.

Sería de desear que la gente, los individuos, usted, nosotros, vos y yo fuésemos quienes vigiláramos con Ojo de Aguila, a fin de no dejarnos arrebatar bajo ningúna excusa, el más precioso de los bienes que tenemos en esta vida, lo que nos hace realmente humanos, la libertad.


[1] Ver Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, a propósito de esta controvertida legislación.
[2] Otra referencia de la Sociedad de Control es el film de C. Nolan, El Caballero de la Noche (The Dark Knight), que comentamos también en este blog.
[3] ¿Habrá que excluir la posibilidad de que algunos de estos funcionarios obren con la mejor de las intenciones, como «hombres de buena voluntad»? Sería tan necio como negar el concurso de la idiotez y del azar en los hechos históricos.
[4] Referencias ineludibles, a la hora de hablar sobre este fenómeno del capitalismo tardío, son Deleuze, el «último Foucault», Paul Virilio, Burroughs, y Félix Guattari, entre otros. A los curiosos que quieran husmear qué clase de lobbystas periodísticos tienen los grandes poderes financieros que están detrás de todo esto, que googleen la palabra «microchips subcutáneos», y verán. La Sociedad MONDEX, en el buscador de imágenes, también depara una sorpresa: es un lindo pulpo societario, con nombres que dejarán atónitos a los que de verdad se interesen por el futuro…

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